viernes, 25 de diciembre de 2009

CARL GUSTAV JOUNG

(n. 26 de julio de 1875 en Kesswil, Cantón de Turgovia, Suiza; † 6 de junio de 1961 en Küsnacht, Cantón de Zúrich, id.) fue un médico psiquiatra, psicólogo y ensayista suizo, figura clave en la etapa inicial del psicoanálisis; posteriormente, fundador de la escuela de Psicología analítica, también llamada Psicología de los complejos y Psicología profunda.
Se le relaciona a menudo con Sigmund Freud, de quien fuera colaborador en sus comienzos. Carl Gustav Jung fue un pionero de la psicología profunda y uno de los estudiosos de esta disciplina más ampliamente leídos en el siglo veinte. Su abordaje teórico y clínico enfatizó la conexión funcional entre la estructura de la psique y la de sus productos (es decir, sus manifestaciones culturales). Esto le impulsó a incorporar en su metodología nociones procedentes de la antropología, la alquimia, los sueños, el arte, la mitología, la religión y la filosofía.
Jung no fue el primero en dedicarse al estudio de la actividad onírica. No obstante, sus contribuciones al análisis de los sueños fueron extensivas y altamente influyentes. Escribió una prolífica obra. Aunque, durante la mayor parte de su vida, centró su trabajo en la formulación de teorías psicológicas, y en la práctica clínica, también incursionó en otros campos de las humanidades: desde el estudio comparativo de las religiones, la filosofía y la sociología, hasta la crítica del arte y la literatura.

martes, 4 de agosto de 2009

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EL SUFRIMIENTO o SUFRIR, como cualquier otra sensación, puede ser consciente o inconsciente. Cuando se manifiesta de forma consciente lo hace en forma de dolor y/o infelicidad, cuando es inconsciente se traduce en agotamiento y/o cansancio.

El humor como dolor

Puede parecernos graciosa una situación tras otra, podemos estar riéndonos un buen rato, pero llega un momento en que nos cansamos, tanto en lo físico como en lo psíquico (sensación consciente de sufrimiento, osea, dolor). Mientras el dolor no sea consciente, la sensación será de cansancio.



miércoles, 1 de julio de 2009

viernes, 12 de junio de 2009

(... ... ...)


†Negro el color de nuestras vestiduras.†

†No por nosotros sino por vosotros†

†Por vuestros miedos y dudas.†

†Macabra siempre nuestra presencia.†

†No por maldad en nuestros corazones†

†Sino por marcar la diferencia.†

†Oscuros los lugares que frecuentamos.†

†No por necesidad de escondernos†

†Por nuestro miedo a las tinieblas superado.†

†Vosotros nos señaláis con el dedo†

†Y nos juzgáis ridículos.†

†¿De que os reís, necios?†

†Tenemos el valor de ser distintos.†

†En nosotros veis vuestra propia maldad oculta.†

†Somos la Nación Gótica. La Raza Nocturna...†

lunes, 11 de mayo de 2009

(... ... ...)


Euforia (del griego εὐφορία), la capacidad para soportar el dolor, o la sensación de bienestar asociada a un gran optimismo.

martes, 31 de marzo de 2009

Alfonsina Storni




Un nuevo camino para la poesía

En el año 1923, la revista Nosotros, que lideraba la difusión de la nueva literatura argentina, y con hábil manejo formaba la opinión de los lectores, publicó una encuesta, dirigida a los que constituyen «la nueva generación literaria». La pregunta está formulada sencillamente: «¿Cuáles son los tres o cuatro poetas nuestros, mayores de treinta años, que usted respeta más?».
Alfonsina Storni tenía en ese entonces treinta y un años recién cumplidos, es decir, que apenas bordeaba la cifra exigida para constituirse en «maestro de la nueva generación». Su libro Languidez, de 1920, había merecido el Primer Premio Municipal de Poesía y el Segundo Premio Nacional de Literatura, lo que la colocaba muy por encima de sus pares. Muchas de las respuestas a la encuesta de Nosotros coinciden en uno de los nombres: Alfonsina Storni.
En
1925 publica Ocre, que marca un cambio decisivo en su poesía. Desde dos años antes es profesora de Lectura y declamación en la Escuela Normal de Lenguas Vivas. Su poesía, fundamentalmente de temática amorosa, también se liga a la temática feminista e intenta desligarse de las hopalandas del Modernismo y volver más la mirada al mundo real. La soledad y la marginación hacen mella en su salud, y a veces la neurosis le obliga a dejar su puesto de maestra de escuela.
Hasta la casa de la calle Cuba llega una tarde la chilena
Gabriela Mistral. El encuentro debió ser importante para la chilena, ya que publicó su relato ese año en El Mercurio. Llamó por teléfono a Alfonsina antes de ir, y le impresionó gratamente su voz, pero le habían dicho que era fea y entonces esperaba una cara que no congeniara con la voz. Por eso cuando la puerta se abre pregunta por Alfonsina, porque la imagen contradice a la advertencia. «Extraordinaria la cabeza, recuerda, pero no por rasgos ingratos, sino por un cabello enteramente plateado, que hace el marco de un rostro de veinticinco años». Insiste: «Cabello más hermoso no he visto, es extraño como lo fuera la luz de la luna a mediodía. Era dorado, y alguna dulzura rubia quedaba todavía en los gajos blancos. El ojo azul, la empinada nariz francesa, muy graciosa, y la piel rosada, le dan alguna cosa infantil que desmiente la conversación sagaz y de mujer madura». La chilena queda impresionada por su sencillez, por su sobriedad, por su escasa manifestación de emotividad, por su profundidad sin trascendentalismos. Y sobre todo por su información, propia de una mujer de gran ciudad, «que ha pasado tocándolo todo e incorporándoselo» (1).
El 20 de marzo de
1927 se estrena su obra de teatro El amo del mundo, que despertaba las expectativas del público y de la crítica. El día del estreno asistió el presidente Alvear con su esposa, Regina Pacini. Al día siguiente la crítica se ensañó con la obra, y a los tres días tuvo que bajar de cartel. El diario Crítica tituló «Alfonsina Storni dará al teatro nacional obras interesantes cuando la escena le revele nuevos e importantes secretos». La escritora se sintió muy dolida por su fracaso, y trató de explicarlo atribuyéndole la culpa al director y a los actores.


Enfermedad

El 20 de mayo de 1935 Alfonsina fue operada de un cáncer de mama. La mastectomía le deja grandes cicatrices físicas y emocionales. Siempre había sufrido de depresión, paranoia y ataques de nervios, pero ahora los síntomas de enfermedad mental se recrudecen. Se vuelve recluida y evita a sus amistades.
En
1937 se suicida Horacio Quiroga y ella le dedica un poema de versos conmovedores y que presagian su propio final:


Morir como tú, Horacio, en tus cabales,
Y así como en tus cuentos, no está mal;
Un rayo a tiempo y se acabó la feria...
Allá dirán.
Más pudre el miedo, Horacio, que la muerte
Que a las espaldas va.
Bebiste bien, que luego sonreías...
Allá dirán.


El final

El veintiséis de enero de 1938, en Colonia, Uruguay, Alfonsina recibe una invitación importante. El Ministerio de Instrucción Pública ha organizado un acto que reunirá a las tres grandes poetas americanas del momento, en una reunión sin precedentes: Alfonsina, Juana de Ibarbourou y Gabriela Mistral. La invitación pide «que haga en público la confesión de su forma y manera de crear». Tiene que prepararse en un día y, llena de entusiasmo, escribe su conferencia sobre una valija que ha puesto en las rodillas. Divertida, encuentra un título que le parece muy adecuado: «Entre un par de maletas a medio abrir y las manecillas del reloj».
Hacia mitad de año apareció Mascarilla y trébol y una Antología poética con sus poemas preferidos.
Los meses que siguen fueron de incertidumbre y temor por la renuencia de la enfermedad: Alfonsina padece cáncer terminal.
En octubre viaja a Mar del Plata. Desde allí, envía dos cartas: una a su hijo, Alejandro, y un "Poema de despedida" al diario La Nación:


Dientes de flores, confía de rocío,
manos de hierbas, tú, nodriza fina, tenme puestas las sábanas terrosas y el edredón de musgos escardados.
Voy a dormir, nodriza mía, acuéstame. Pónme una lámpara a la cabecera, una constelación, la que te guste, todas son buenas; bájala un poquito.
Déjame sola: oyes romper los brotes, te acuna un pie celeste desde arriba y un pájaro te traza unos compases para que te olvides. Gracias... Ah, un encargo, si él llama nuevamente por teléfonole dices que no insista, que he salido..."


Hacia la una de la madrugada del martes veinticinco Alfonsina abandonó su habitación y se dirigió al mar. Esa mañana, dos obreros descubrieron el cadáver en la playa. Aunque los biógrafos aseguran que saltó al agua desde una escollera, la leyenda es que se internó lentamente en el mar.
A la tarde, los diarios titulaban sus ediciones con la noticia: «Ha muerto trágicamente Alfonsina Storni, gran poeta de América». A su entierro asistieron los escritores y artistas
Enrique Larreta, Ricardo Rojas, Enrique Banchs, Arturo Capdevila, Manuel Gálvez, Baldomero Fernández Moreno, Oliverio Girondo, Eduardo Mallea, Alejandro Sirio, Augusto Riganelli, Carlos Obligado, Atilio Chiappori, Horacio Rega Molina, Pedro M. Obligado, Amado Villar, Leopoldo Marechal, Centurión, Pascual de Rogatis, Carlos López Buchardo. Fue sepultada en el Cementerio de la Chacarita.


Obras

Poesía
La inquietud del rosal, Buenos Aires, Librería de la Facultad, 1916.
El dulce daño, Buenos Aires, Cooperativa Editorial Limitada Buenos Aires, 1918.
Irremediablemente, Buenos Aires, Cooperativa Editorial Limitada Buenos Aires, 1919.
Languidez, Buenos Aires, Cooperativa Editorial Limitada Buenos Aires, 1920.
Ocre, Buenos Aires, Babel, 1925.
Mundo de siete pozos, Buenos Aires, Tor, 1934.
Mascarilla y Trébol:-círculos imantados-, Buenos Aires, Imprenta Mercatali, 1938.

Poesía en Prosa
Poemas de amor, Buenos Aires, Editorial Nosotros, 1926.

Teatro
El amo del mundo. Comedia en 3 actos.
Cimbelina en el 1900 y pico. Farsa trágica. Una de las "Dos farsas pirotécnicas".
Polixena y la cocinerita. Farsa trágica. Una de las "Dos farsas pirotécnicas".
La debilidad de Mister Dougall. Comedia en 3 actos.

Teatro Infantil
Los degolladores de estatuas. Comedia en 1 acto.
Blanco... negro... blanco. Comedia en 1 acto, dividido en 4 cuadros.
Jorge y su conciencia. Diálogo.
Pedro y Pedrito. Comedia en 1 acto.
El Dios de los pájaros. Comedia en 2 actos, divididos en 4 cuadros.
Un sueño en el camino. Mimodrama.
Los cazadores de fieras. Comedia en 1 acto.

Ensayo
Nosotras y la piel: selección de ensayos. 2005

miércoles, 4 de febrero de 2009

Johann Sebastian Bach

(Eisenach, Turingia, 21 de marzo de 1685Leipzig, 28 de julio de 1750) fue un organista y compositor alemán de música del Barroco, miembro de una de las familias de músicos más extraordinarias de la historia (con más de 35 compositores famosos y muchos intérpretes destacados).
Su reputación como organista y clavecinista era legendaria, con fama en toda Europa. Aparte del órgano y del clavecín, también tocaba el violín y la viola de gamba, además de ser el primer gran improvisador de la música de renombre.
Su fecunda obra es considerada como la cumbre de la música barroca y una de las cimas de la música universal y del pensamiento musical occidental, epicentro de la música occidental, y uno de los grandes pilares de la cultura universal, no sólo por su profundidad intelectual, su perfección técnica y su belleza artística, sino también por la síntesis de los diversos estilos internacionales de su época y del pasado y su incomparable extensión. Bach es el último gran maestro del arte del contrapunto, y su máximo exponente, donde es la fuente de inspiración e influencia para posteriores compositores y músicos desde Mozart pasando por Schoenberg, hasta nuestros días.
Sus obras más importantes están entre las más destacadas y trascendentales de la música clásica y de la música universal. Entre ellas cabe mencionar los Conciertos de Brandeburgo, el Clave bien temperado, la Misa en si menor, la Pasión según San Mateo, El arte de la fuga, La ofrenda musical, las Variaciones Goldberg, la Tocata y fuga en re menor, las Cantatas sacras 80, 140 y 147, el Concierto italiano, la Obertura francesa, las Suites para violonchelo solo, las partitas y sonatas para violín solo y las suites orquestales.

«El único propósito y razón final de toda la música debería ser la gloria de Dios y el alivio del espíritu»
Bach.Hacia 1714-1716

lunes, 19 de enero de 2009

Horacio Quiroga

(Salto, Uruguay, 31 de diciembre de 1878 - Buenos Aires, Argentina, 19 de febrero de 1937), notable cuentista, dramaturgo y poeta uruguayo. Fue el maestro del cuento latinoamericano, de prosa vívida, naturalista y modernista. Sus relatos breves, que a menudo retratan a la naturaleza como enemiga del ser humano bajo rasgos temibles y horrorosos, le valieron ser comparado con el estadounidense Edgar Allan Poe.
La vida de Quiroga, marcada por la tragedia, los accidentes de caza y los suicidios, culminó por decisión propia, al beber voluntariamente un vaso de
cianuro en un hospital porteño a los 58 años de edad.

Obras publicadas
Los arrecifes de coral (poesía, 1901)
El crimen de otro (cuentos,1904)
Historia de un amor turbio (novela, 1908)
Cuentos de amor de locura y de muerte (cuentos, 1917)
Cuentos de la selva (cuentos, 1918)
El salvaje (cuentos, 1920)
Las sacrificadas (teatro, 1920)
El tripode llamado chengue (cuentos, 1921)
El desierto (cuentos, 1924)
Los desterrados (cuentos, 1926)
Pasado amor (novela, 1929)
Suelo natal (libro de lectura para cuarto grado, 1931, en colaboración con
Leonardo Glusberg)
Más allá (cuentos, 1935)
El hombre muerto(cuento, 1920)
El almohadon de plumas(cuento 1907)